a nuestros enemigos, rezar por la persona que nos ha ofendido, desearle el bien
a la persona que nos ha lastimado mortalmente — es
sin duda una de las acciones más difíciles. De hecho no lo podemos hacer con nuestros
propios pobres esfuerzos humanos. ¡Pero
Dios interviene con su gracia! Este
ensayo presentará medios para poder perdonar. En la vida,
siempre habrán personas que nos ofendan o hagan daño y habrán personas a quienes ofendemos o
haremos daño. Tenemos dos opciones – perdonar o no perdonar o formar. Si somos verdaderos discípulos de Jesús
debemos elegir el camino del perdón. Porque sólo así ¡experimentaremos la
verdadera libertad de los hijos de Dios y liberaremos a los cautivos!
perdonar a nuestros enemigos o a quienes nos han hecho daño, necesitamos gracia
sobrenatural. Esta gracia proviene de la oración constante, humilde y perseverante.
San Agustín lo expresa con esta gráfica imagen: «Todos somos
mendigos ante Dios». Esto significa
que para rechazar el pecado, vivir una vida de santidad y para perdonar de
corazón, necesitamos la gracia y ayuda de Dios.
«Pidan y se les dará; busquen y hallarán; llamen y se les abrirá la
puerta» (Mt 7:7). ¿Por qué no
llamar con confianza y sin desvanecer al corazón de Dios, pidiendo la gracia para poder perdonar?
de Dios, debemos ser misericordiosos con los demás. ¡Es una vía de dos sentidos! Jesús expresa esta verdad inequívocamente:
«Sed misericordiosos como es misericordioso vuestro Padre
Celestial». Esto es un mandamiento,
¡un imperativo! La oración más conocida
en todo el mundo, rezada por católicos, ortodoxos y todas las religiones
principales cristianas, es el «Padre Nuestro», también conocido como
«la Oración del Señor». Que
tan fácil es ser selectivos, o solo
escuchar lo que queremos escuchar, leer lo que queremos leer, o incluso un
«guerrero de oración»— es decir, vivir un «catolicismo de
cafetería», escogemos lo que más nos atrae, lo que más le gusta a nuestro
paladar espiritual. Al rezar el Padre
Nuestro, tal vez optamos por saltarnos «perdona nuestras ofensas como
nosotros perdonamos a los que nos ofenden…»
A esto se le llama »rezar de forma selectiva»: ¡escoger y rezar
sólo la parte de la oración que más nos gusta!
¡No es posible! ¡Eso está
mal! Si quiero el perdón de Dios debo
también perdonar. Una vez, escuché a un
sacerdote predicar sobre el »Padre Nuestro» y dijo: «Si no estás
dispuesto a perdonar a tu hermano, entonces no reces el «Padre
Nuestro» — es decir, estás rezando de labios hacia fuera, y no del
corazón.
Fuente misma de Santidad». Jesús
dijo que estaría siempre con nosotros, hasta el fin de los tiempos. ¿Dónde es que está Jesús, si Jesús subió a
los cielos, y está sentado a la diestra de Dios Padre? Jesús está en la Iglesia y de forma especial
en los sacramentos. Sin embargo, la
gracia recibida en la recepción del Sacramento va en proporción a la
disposición de la persona — este concepto en la teología es «disposición
a la gracia». Jesús nos da este
escenario. Si vienes a presentar tu
ofrenda al altar, y sabes que alguien tiene algo contra ti, deja tu ofrenda en
el altar, reconcíliate con tu hermano y vuelve a presentar tu ofrenda. INTERPRETACIÓN: Si estás en la Santa Misa y recuerdas que
alguien tiene algo contra ti, sal de la iglesia para primero hacer las paces
con esa persona y luego regresa para hacer tu ofrenda. Es interesante, ¡Jesús no especifica de quién
es la culpa! Es decir, no debemos
recibir la Sagrada Comunión, el Sacramento del amor de Cristo, si guardamos
algún resentimiento en el corazón contra alguien. ¡Estaríamos crucificando a Nuestro Señor otra
vez.
4. PERDONA INMEDIATAMENTE / ¡NO DEJES QUE EL SOL SE PONGA SOBRE TU ENOJO!
La clave para ganar la batalla, y perdonar, es perdonar de
inmediato. La Biblia dice que nunca
debemos dejar que el sol se ponga sobre nuestro enojo. ¿Por qué?
¡La razón es clara! Entre más
demoramos y postergamos perdonar, más difícil nos resulta. Cuando el tiempo pasa, el diablo aviva las
llamas de las heridas del pasado, agravando el daño y haciendo una montaña de
un grano de arena. Shakespeare lo
expresa así: «Errar es humano, perdonar es divino». ¿Por qué no imitar a Dios, y como relámpago,
perdonar! ¡Por qué no esforzarnos por
imitar a Dios! El salmista describe a
Dios como lento a la ira y rápido para perdonar. En cambio nuestra naturaleza es que somos,
rápidos a la ira, y lentos para perdonar.
¡Imitemos a Nuestro Señor y Salvador!
5. CONTEMPLACIÓN DE LA PASIÓN DE JESÚS Y SUS PRIMERAS PALABRAS DESDE LA CRUZ — Después de que Jesús fue azotado, coronado
de espinas, abofeteado, golpeado, escupido y clavado en la cruz entre dos
ladrones, mientras colgaba en la cruz en su amarga agonía, sus primeras
palabras desde la cruz fueron: «¡Padre perdónalos porque no saben lo que
hacen!» Si nos parece extremadamente
difícil perdonar, debemos contemplar a Jesús colgado en la cruz y sus palabras
de perdón. ¿Por qué no arrodillarse ante
el Señor crucificado y repetir «Padre perdona a ________________ (el
nombre de la persona que te ha ofendido) porque no sabe lo que hace… Repite esta oración varias veces. Esta oración hecha ante Jesús crucificado
puede derretir el hielo de resentimiento del corazón más endurecido.
Otro medio muy eficaz para lograr pedonar es recordar nuestros muchos pecados, y la gravedad de
ellos. (Hagamos memoria de nuestro pecado
más grave o penoso). Luego recordemos que
Jesús ha perdonado todos nuestros pecados, de forma inmediata y más de una vez. ¡Ahora comparemos el perdón de Jesús de nuestros pecados con la falta de perdón de algo mucho menos grave!
7. DAÑOS QUE CAUSA EL RENCOR — El no perdonar conduce a la
ira, la ira al resentimiento, el resentimiento a la amargura, y la amargura al
odio. Tal vez no llegue a algo físico
como sucedió con Cain que mató a Abel, ¡pero sí estamos matando a la persona en nuestro
corazón! ¡Los efectos nocivos que se
producen en nosotros mismos no se pueden medir!
De forma física, el no perdonar puede causar úlceras, insomnio, temores,
inseguridades, tristeza, depresión crónica y conducir al uso de medicamentos
para combatir estos males. Este estado
de alma también se desbordará en las relaciones familiares y sociales. Este aferro al rencor y el coraje hacia
la persona, igual puede producir una pobre concentración en el trabajo a tal
grado que cause la perdida de empleo.
Peor aún, el no perdonar pone en peligro nuestra relación con Dios. Jesús claramente dijo: «En verdad os digo
que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo
dejasteis de hacerlo…», «Ámense
los unos a los otros como yo los he amado…» Leemos en las cartas de san Juan: «¿Cómo
pueden decir que aman a Dios a quien no ven si aborrecen a su hermano a quien
sí ven?» El no perdonar puede
causar estragos a nivel físico, psicológico, emocional, social, moral y
espiritual. ¡Retener el perdón es un
lento auto suicidio!
acercar a la persona, entonces rece por la persona que le ha ofendido. Al hacer esto, usted ha emprendido el buen
camino. Las heridas profundas toman
tiempo para sanar. La oración es el
primer remedio para sanar estas heridas.
Jesús dice que es fácil pedir por aquellos que nos quieren, aun los
paganos hacen eso. ¡Recemos por nuestros enemigos!
9. LOS SANTOS Y SU ACTITUD SOBRE EL PERDÓN —
Todos necesitamos modelos que admirar y seguir.
Claro como cristianos católicos, nuestro modelo es Jesús. Él es el Camino, la Verdad y la Vida. Pero debemos también conocer la vida de los santos y la forma en que practicaron heroicamente las
virtudes, en particular cómo lucharon y vencieron la tentación de buscar la
venganza. ¡No siempre fue fácil! Algunos de estos santos son: san
Esteban, santa María Gorreti, Santa Josefina Bakhita, el beato Papa Juan Pablo
II, el beato Miguel Pro, S.J. Muchos de
los mártires pedían por sus perseguidores y les perdonaban. Que este poderoso ejemplo
de los santos nos ayude a alcanzar la victoria sobre el orgullo y
resentimiento que nos encadenan para no perdonar.
muerte y estar aferrados al coraje, resentimiento y odio hacia
alguien? Tomemos un paso más, ¡que tal si fallecemos en ese estado! Porque no sabemos
cuándo el Señor nos va a llamar. Ahora, pensemos en que inmediatamente después de morir, estaremos ante el tribunal de Dios, delante de nuestro Señor Jesús. Morir en este estado y tener que presentarnos ante el Juez del universo, el Juez de todas nuestros actos, pensamientos, deseos,
intenciones, actitudes y disposiciones del corazón es algo serio. ¿Cuál podría ser el destino del alma que muere en este estado? Recordemos las palabras de san
Juan de la Cruz, el místico español: «En el ocaso de nuestra existencia,
seremos juzgados sobre el amor.»
ha sufrido como Nuestra Señora.
Cuando todo el odio del mundo se descargaba sobre su Hijo amado, Nuestra
Señora estuvo horas parada debajo de la cruz.
María ni por un instante se dejo llevar por el coraje o resentimiento
contra aquellos que despiadadamente habían matado a su Hijo. Al contrario, rezó por ellos con más
fervor. En momentos difíciles y oscuros,
acude a María y ella te alcanzará el poder para que perdones a quienes te han lastimado, para que
Dios te perdone a ti y te reciba un día en el cielo.
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