un jinete ágil, titulado con dos doctorados en derecho civil y canónico, uno de
los mejores escritores que el mundo ha conocido, elocuente orador, amigo de
hombres santos, sacerdote, obispo y más tarde Doctor de la Iglesia y más
importante, amó a Jesús con todo su corazón, su mente, su alma y sus fuerzas y, ¡llegó a ser santo! ¿Quién fue esta persona súper dotada en el
plano humano, intelectual y espiritual?
Nada más ni dada menos que San Francisco de Sales.
Sus primeras palabras registradas fueron:
«Amo a Dios y a mi Madre«. En verdad, su madre terrenal había inculcado
en él, una tierna y filial devoción a María, la madre de Dios.
madre había visto que alguien corría en las laderas, buscaba, encontraba y
dirigía de vuelta a las ovejas perdidas al redil. Esto simbolizaría la obra posterior de san
Francisco como pastor, dirigiendo de vuelta las ovejas perdidas a Jesucristo el
Buen Pastor y a la Iglesia Católica.
hacer visitas al Santísimo Sacramento.
Hizo esto para cultivar una estrecha relación con Jesús, quien siempre
sería su más íntimo amigo – Jesús, verdaderamente presente en el Santísimo
Sacramento del Altar.
y costumbres que un día utilizaría para rozarse con los miembros más educados
de la sociedad y para cautivarlos y dirigirlos a Dios. Sin embargo, su preferencia era estudiar con
los Jesuitas. Ellos le ayudarían a
formar su carácter con disciplina y espíritu de abnegación. Amaba a los escritos del gran converso, San
Agustín pero amaba más la Biblia, la palabra de Dios.
tormenta! — La tempestad golpeó con extremo vigor contra
el barco de su alma! El Jansenismo, la
teología falsa, había diseminado su doctrina perniciosa en toda Europa y
también había contaminado en parte el corazón del joven Francisco cuando tenía
veinte años.
Esta venenosa doctrina religiosa enseñaba que
– sólo pocos se salvarían, que el hombre debería vivir con constante temor y
tristeza, que la Sagrada Comunión se debería recibir lo menos posible, que todo
tipo de entretenimiento era prohibido y que los sacerdotes tenían el derecho de
negar la absolución a su antojo. El
joven Francisco respiraba este aire nocivo.
Con noches de insomnio, pérdida del apetito,
pérdida de peso y al borde de la desesperación, Francisco entró a la Iglesia de
Nuestra Señora de la Victoria en París.
Se acercó a una majestuosa estatua de nuestra Señora de la Victoria y
abajo encontró una oración escrita por el Doctor melifluo, san Bernardo –
Acordaos. El desesperado joven, rezó
esta oración con todo su corazón, «Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen
María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra
protección…» Al acabar la oración
a su Madre celestial, era como si el manto de desesperación se levantó de todo
su ser, el túnel oscuro en que él había estado envuelto dio paso al esplendor
de la luz y esperanza! Francisco
firmemente creyó, que podría salvarse; ¡esto fue posible por la intercesión de
nuestra Señora de la Victoria!
una mente brillante, se encontraba en Italia en la Universidad de Padua
trabajando en su doble doctorado, y fue entonces que Dios permite que los
estudiantes le pusieran a prueba. Tan
despiadadamente se burlaban de él, que un día sacó su espada para defenderse, y
aunque fácilmente los pudo haber mandado al cementerio, les dijo: «Estén
agradecidos que soy cristiano y seguidor de Cristo, de lo contrario…»
Aquino, san Antonio Claret, san Antonio del desierto – tuvo que pasar por una
prueba para demostrar la pureza de su cuerpo y su alma. En el caso de Francisco, le llevaron a su
habitación, una mujer de la vida fácil, con el fin de seducirlo; con voluntad
de hierro la obligó a que saliera.
Francisco entendía bien la meditación de san Ignacio sobre los tres
grados de humildad: ¡Morir antes que pecar!
favorita fue un libro titulado Combate
Espiritual escrito por Dom Scupoli.
Amaba esta obra, la leía constantemente y se esforzaba por aplicarla a
su vida. Este libro trata principalmente
con las »Dos Banderas» Ignacianas, en donde corresponde a cada individuo
elegir entre la bandera de Jesús o de Satanás.
fueron testigos de una luz radiante que brillaba sobre él; más tarde en su
sacerdocio, en otras ocasiones, se percibía esta luz radiante, ¡tan radiante
era la belleza de santidad de vida de este futuro santo!
protestantes — Francisco en sus primeros
años de sacerdocio, con su primo quien también era sacerdote, fuere enviado por
el obispo a convertir a los calvinistas endurecidos — muchos de los cuales
habían sido católicos al nacer. Al
principio, su primo lo acompañaba, pero después de unos meses, debido a las
duras condiciones, su primo abandonó la obra misionera.
deplorables. Pero el amor que ardía en
el corazón de Francisco y su celo por la salvación de las almas no tenían
límite. Con gran perspicacia, gran
determinación, tenacidad, y una genial creatividad, elaboró un plan. Sabía que no podría no convertir a los
calvinistas directamente. Primero fue la
oración, porque sabía que sólo Dios convertiría las almas. Como Francisco sabía que no podía dirigirse a
ellos directamente, decidió emplear sus habilidades literarias y escribió
artículos cortos y convincentes defendiendo la fe. Colocaba entonces estos artículos debajo de
las puertas de sus hogares. Fue a través
de la lectura que muchos reconocieron el error de la doctrina calvinista y
regresaron a la fe católica.
Por fin, ¡el broche final! El joven sacerdote, el P. Francisco en un
debate se enfrentó al principal calvinista, quien se destacaba por su fuerza de
expresión, su elocuencia, su sabiduría y su convicción. El debate se llevó a cabo
en público y Francisco, en imitación del protomártir san Esteban, ¡totalmente
derrumbó la pieza clave calvinista! ¡Qué
victoria! Porque a su llegada había
encontrado 72.000 calvinistas y 72 católicos, pero unos cuantos años después al
partir, ¡habían 72.000 católicos y 72 calvinistas!
claridad de pensamiento, el gran celo apostólico, la profundidad de su vida
espiritual y su santidad, Francisco fue elevado a la plenitud del sacerdocio
por el Papa; Francisco fue consagrado Obispo.
Como obispo fue un incansable predicador,
escritor prolífico, amante de los pobres y él mismo vivió una pobreza
extrema. Tenían que esconder su ropa
porque de lo contrario, la regalaba a los pobres.
los sacerdotes, daba asistencia a los religiosos, pasaba muchas horas dando
dirección espiritual, en particular a mujeres piadosas. Llegó a ser fundador de la Orden Religiosa
de la Visitación; más adelante Sta Margarita María Alacoque llegaría a ser una
de sus más eminentes miembros. Ella es
muy conocida por las apariciones del Sagrado corazón de Jesús.
Como escritor, dejo un gran patrimonio a la
Iglesia y al mundo. Escribió más de 1000
cartas. Pero lo que le llevó a la fama
fueron sus dos obras clásicas: Introducción
a la vida devota y Tratado del amor
de Dios. El primero es una
invitación a todos, a que busquen la santidad de vida. La beata Madre Teresa de Calcuta más tarde
reafirmaría esta misma enseñanza, diciendo: «La santidad no es el
privilegio de unos pocos, sino el deber de todos.» El Tratado del amor de Dios, podría resumirse con este refrán:
«La medida con la que nos debemos amar a Dios es amarlo sin medida.»
años. Al igual que Carlos Borromeo,
Alfonso Liguori, Juan Neuman y Antonio Claret, Francisco pasaría a ser uno de
los más grandes obispos en la Iglesia Católica — ¡un verdadero modelo,
inspiración y amigo de todos los obispos!
de Paúl tenía la más alta admiración por Francisco, y dijo: «El que ve a Francisco ve el corazón de
Jesús...» y «Si Francisco de
Sales es tan bueno, ¡imagínense cómo ha de ser Jesús!»
nosotros, la Iglesia y el mundo entero.
Que su sabiduría, sus escritos, su humildad, su celo apostólico, su amor
por la verdad, sus enseñanzas y amor filial y confianza total en María nos
ayude a convertirnos en estrellas radiantes en esta vida y un día estrellas
radiantes en el firmamento celestial!
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