«hacer» lo que es correcto, sino también debemos tener buena
intención; en la espiritualidad, se le llama «pureza de intención» o
«rectitud de intención».
beban, o cualquier cosa que hagan, háganlo todo para la gloria de Dios.» El lema Ignaciano se conoce por la
abreviatura: A.M.D.G.– que significa, hagamos todo para la mayor gloria de
Dios.
Santa Faustina Kowalska se esforzaba
constantemente por agradar a Jesús, y no a las personas en su alrededor. Algunos pensaban que sus acciones eran extrañas
y le criticaban. Una de dos,
buscamos «agradar a las
personas» o «agradar a Dios».
Elija, y conforme sus acciones según su elección. Ahora con respecto al ayuno, la oración y la
limosna, Jesús repite la advertencia que estas acciones no se deben hacer para
ser vistas, alabadas o elogiadas por los hombres, o hechas simplemente por
nuestro propio engrandecimiento. Por el
contrario, debemos actuar en secreto, sólo para agradar a Dios, y Él que ve en
lo secreto, ¡dará una justa recompensa! (Mt. 6)
debemos tomar en serio nuestra vida ascética, de sacrificio, de negación y
autodisciplina, y de que forma esta disciplina puede ser agradable a Dios
nuestro Padre celestial.
de Cristo — La vida del cristiano debe ser imitar celosamente a Cristo con
toda nuestra fuerza de voluntad, hasta el grado de decir como que san Pablo,
«Ya no soy yo quien vive, sino Cristo que vive en mí.» Desde luego, la mayoría de nosotros no
podríamos ayunar como Jesús en el desierto, por cuarenta días y cuarenta
noches, ¡pero sí podemos renunciar a algo con generosidad!
2. Reparación por nuestros pecados
— Estamos obligados por justicia, a
hacer reparación por el daño que hemos hecho por nuestros pecados. El Papa Juan Pablo II da cinco efectos
negativos de nuestro pecado, que son: El
efecto teologal, personal, social, eclesial y cósmico. San Pablo dice, que el día del juicio,
cosecharemos lo que sembramos. Había un
comercial de una compañía Midas que decía, «¡Paga ahora o paga más
tarde!» Es mejor pagar en esta vida
con nuestro sacrificio, que en el purgatorio, o peor aun, ¡después que nuestra
vida haya terminado!
por los pecados de nuestra familia — Estamos conscientes que hay miembros
de nuestras familiares que se han alejado de la Iglesia, de Dios y del camino
al cielo. Y aunque no lo reconozcan,
ellos sufren; peor aún, su salvación está en peligro. Con el ayuno y la
penitencia, podemos rogar a Dios por la conversión, santificación y eterna
salvación de las almas de nuestros familiares.
Santo Tomás de Aquino enseña: Una sola alma, vale más que el conjunto de
todo el universo creado. ¡Porque fue
redimida por la Sangre Preciosa del Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo!
4. Conversión de los pecadores — En ambas apariciones Marianas aprobadas —
Lourdes, Francia y Fátima, Portugal — Nuestra Señora insistió en que se
hiciera oración pero igual repitió la importancia de hacer sacrificios por la
salvación de los pecadores. En Fátima,
Nuestra Señora dijo que muchas almas se pierden porque no hay quien ofrezca
sacrificio por ellas. La visión del
infierno del 13 de julio de 1917, impulsó a los niños a que ofrecieran
sacrificios a grado heroico por la conversión de los pecadores.
con los pobres — Esta noche en todo
el mundo, muchos irán a cama sin algo que comer; muchos niños morirán de
hambre. El sufrimiento de tantas
personas y naciones que mueren de hambre, es una desvergüenza, sobre todo a las
naciones que tienen una sobreabundancia de víveres. Sentir que el estómago vacío gruñe, puede
servir para que nos identifiquemos con millones de nuestros hermanos y hermanas
que sufren hambre diariamente. Esto es
«¡solidaridad con los pobres!»
espíritu vence la carne — A
consecuencia del pecado original, hay una batalla en el interior de cada uno de
nosotros. Santo Tomás le llama
concupiscencia; san Pablo le llama la batalla entre la carne y el espíritu. Una de dos, la carne vencerá al espíritu y lo
esclavizará con el pecado o el espíritu vencerá a la carne, abriéndole paso a
la verdadera libertad de los hijos e hijas de Dios. Pero para vencer el lobo dentro de nosotros,
se necesita oración, penitencia y ayuno.
— Cuando decimos «no» a nuestros deseos—incluso cuando es lícito–
experimentamos verdadera libertad. Es
decir, las cosas no ejercen control sobre nosotros. Podemos poner un «alto» a comer
simplemente por comer. Esto es autodominio,
y el autodominio produce una verdadera libertad interior. Jesús dice claramente que el pecado es una
forma de esclavitud. Alcohólicos,
drogadictos, los adictos a la pornografía, los adictos al juego— aunque no lo
reconozcan, no tienen libertad, ¡más bien su adicción es una forma moderna de
esclavitud!
al diablo — Después de que Jesús
expulsó al demonio de un muchacho, los apóstoles le preguntaron a nuestro
Señor, por qué no habían podido ellos expulsar al demonio. Jesús replicó claramente: «Esos demonios
sólo pueden ser expulsados con la oración y el ayuno». En un exorcismo formal, el exorcista debe
orar por la persona poseída, pero igual debe ayunar. El santo Cura de Ars (san Juan María Vianney)
pudo expulsar los demonios de su parroquia, y lograr la conversión de sus
feligreses por medio de ferviente
oración y fuerte ayuno.
sensualidad (darle paso a la carne) y la oración, no encajan bien juntos. La verdadera, auténtica y creciente vida de
oración, sin duda abrasará la penitencia o el ayuno. En el desierto Jesús oró, pero también ayunó
y venció al diablo. La primera novena de
la Iglesia fue Pentecostés. En estos
nueve días, los apóstoles en unión con la Santísima Virgen María, oraron y
ayunaron. Y se produjo, un terremoto, un
fuego, un viento y la transformación de los Apóstoles en verdaderos soldados de
Cristo.
10. Gracias
singulares — San Ignacio de Loyola
nos invita a que enlacemos la penitencia a la oración, especialmente si estamos
necesitados de aluna gracia especial. En
la sexta regla de discernimiento, san Ignacio nos sugiere cuatro prácticas para
superar el estado de desolación, y son: la oración, la meditación, el examen de
conciencia y una forma conveniente de penitencia …. (Sexta regla de
discernimiento de espíritus, San Ignacio de Loyola).
materialista, hedonista y consumista sociedad americana, es algo ajeno
practicar penitencia y ayuno. Es como si
se estuviese hablando un idioma raro y desconocido. Sin embargo, la Biblia al igual que los
santos (los grandes héroes de Dios) fomentan esta práctica. Por consiguiente, por qué no, en imitación de
Cristo, emprende alguna forma de penitencia y ayuno, consúltelo con su confesor
o director espiritual. ¡Hágalo en
reparación por el pecado, para pedir por la conversión de los pecadores y para
experimentar la libertad de los hijos e hijas de Dios!
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