podemos elevar a Dios, la más perfecta es la adoración. El P. John Hardon, SJ define la adoración
como el acto de religión por el cual se reconoce a Dios como el único que es
digno de honor supremo. Dios quien es infinitamente perfecto, ejerce sobre el hombre, dominio soberano y una dependencia total de parte del hombre en Dios su creador. La adoración es un acto interior de la mente
y de la voluntad, se expresa en oración apropiada, posturas de alabanza, actos
de sacrificio y reverencia. (Diccionario Católico de Bolsillo, P. John
Hardon, S.J. página 10)
adoración.
GLORIA. Rece esta oración trinitaria de alabanza lentamente y
medite las palabras. En esta oración
trinitaria usted está: Alabando y dando gloria y honor a un Dios Trino—Un Dios
y tres Personas distintas.
momentos. De hecho, muchos
de los Salmos son salmos de alabanza.
Por ejemplo, si ve los últimos tres salmos de la Salmodia verá que se
rezan salmos de alabanza. Pero no sólo
aquí se rezan salmos de alabanza, ¡hay muchos más! Esté más atento al rezar los Salmos en cuanto
al carácter de la alabanza. La
Salmodia está compuesta de 150 salmos y es el libro de oración por
excelencia. Forme el buen hábito de
rezarlos más y así alabará a Dios.
Francisco, junto con la oración, «Hazme un instrumento de tu paz» es
«El cántico del sol». Este
hermoso himno poético, atribuido a san Francisco nos invita a alabar a Dios al
contemplar la belleza de la naturaleza.
Toda la naturaleza alaba a Dios por su mera existencia. Como cristianos no alabamos a la creación;
sino alabamos al creador, el autor de la creación— a Dios mismo. Al admirar la belleza de la creación,
nuestros ojos, nuestra mente y nuestro corazón se eleva a la fuente de toda
belleza, Dios mismo.
PRINCIPIO Y FUNDAMENTO. San
Ignacio nos invita en »Principio y Fundamento» a reflexionar sobre la razón
de nuestra existencia. Comienza san
Ignacio diciendo, «El hombre es creado para alabar a Dios…» Todas las otras reflexiones siguen este
llamado de alabar a Dios…
COROS ANGÉLICO. Santo Tomás de
Aquino clasifica a los ángeles en jerarquías o grupos llamados
«Coros»: Ángeles, Arcángeles, Principados, Virtudes, Potestades, Dominaciones,
Tronos, Querubines y Serafines. Los
coros más altos de ángeles se dedican a alabar a Dios – Padre, Hijo y Espíritu
Santo. Por lo tanto, una devoción a los
ángeles puede elevar nuestra capacidad de alabar a Dios. De hecho, la oración y el ejemplo de los
ángeles, ¡pueden motivarnos a hacer lo mismo!
Esa primer Noche Buena los pastores supieron del nacimiento del niño
Jesús por el anuncio de los ángeles. En
esa noche oscura y fría, «De pronto hubo una multitud del ejército
celestial, que alababa a Dios, diciendo: Gloria a Dios en las alturas y en la
tierra paz a los hombres en quienes él se complace.» (Lc 2:13-14)
EL ÁNGEL DE FÁTIMA. Antes que
nuestra Señora de Fátima se le apareciera a los tres pastorcitos – Jacinta,
Francisco, y Lucia – el ángel de la guarda de Portugal se les apareció tres
veces. El ángel les enseñó como orar;
igual les enseñó una postura de oración y alabanza que es rostro en tierra ante
la grandeza, majestad y divinidad de Dios. Además, el ángel les invitó a que
ofrecieran oraciones de reparación. Por
último, en la tercera y última aparición del ángel, apareció el Santísimo
Sacramento suspendido en el aire, que es el Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de
Jesús. Se veía una gran Hostia y debajo
de la Hostia el Cáliz con la Sangre de Jesús.
El ángel les invitó a recibir la Comunión y ofrecerla en reparación por
los pecados contra este más sublime y grande de sacramentos – Jesus
Sacramentado. En resumen, el mensaje de
Fátima puede servir para que de rodillas adoremos humildemente a Jesús
Eucaristía; ¡nuevamente los ángeles son el instrumento que nos ayudan! ¡Venid, adoremos a nuestro Señor!
EL SANTO SACRIFICIO DEL ALTAR. Indiscutiblemente, la forma más
perfecta que el ser humano puede adorar a Dios en éste mundo es en la antesala
del cielo – el Santo Sacrificio de la Misa.
Al asistir a Misa la participación debe ser con la mayor reverencia,
devoción, fervor y fe. El objetivo
principal del Santo Sacrificio de la Misa es alabar a Dios Padre, ofreciendo a
Dios su Hijo—Jesús la Víctima sin mancha — por el poder del Espíritu
Santo. La doxología lo dice todo:
«Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre Omnipotente, en la unidad
del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los
siglos. ¡Amén! Este gesto sublime se realiza justo antes de
la oración del Padre Nuestro y poco antes de recibir el Pan de los ángeles, ¡la
Santa Comunión!
san Agustín advierte que seamos auténticos.
Él dice que debemos tener cuidado de no contradecir la alabanza que
pronunciamos con nuestros labios con la hipocresía de nuestra vida. Es decir, la alabanza que resuena de nos
labios y nuestro corazón se debe reflejar en el amor que manifestamos a
nuestros hermanos. Recuerde el último y
más grande mandamiento de Jesús: «Améis los unos a los otros como yo os he
amado.»
ORACIÓN CONTEMPLATIVA DE ADORACIÓN. La Iglesia nos exhorta a que visitemos al Santísimo Sacramento y que
pasemos tiempo con el Señor. Sin
embargo, el simple estar frente al Santísimo no significa que de hecho estamos
alabando a Dios. Las estatuas y
cadáveres igual pueden estar ante el Santísimo, ¡y no se puede decir que están
adorando a Dios! Le corresponde a los
pastores, maestros y catequistas enseñar a los fieles el arte de la
adoración. ¡He aquí algunas sugerencias
prácticas! Silencio en la Iglesia,
porque estamos ante un Dios tres veces Santo. (Visión de Isaías en el
templo) ¡La genuflexión! La genuflexión se debe hacer con gran
reverencia. En verdad, en este gesto y
postura corporal reconocemos quién es Dios y que es nuestro deber
adorarle. Mirémoslo con amor tal y como
el salmista nos invita: «Miren hacia Él y quedarán
resplandecientes.» Permita que su
entendimiento, su mente, su comprensión y su afecto estén totalmente absortos y
cautivados con ¡Aquel con quien está conversando! ¡La verdadera oración implica una entrega
total de la persona y esto conduce a la adoración!
orar. En la Biblia la oración más larga
y bella de María es su Magníficat, que es precisamente una invitación a la
oración, o más bien, una alabanza a Dios.
Escuche las palabras que el Espíritu Santo inspiró en el Inmaculado
Corazón de María: «Mi alma magnifica al Señor… Que es otra forma de decir: «Mi alma
glorifica al Señor…» ¡Que nuestra
Señora nos enseñe a alabar a Dios aquí en la tierra y en el cielo por toda la
eternidad!
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