años, nació de la Santísima Virgen María en un establo de Belén en una noche fría
de invierno. Esto fue cuando Él pasó de
su presencia eterna en el seno de la Santísima Trinidad y entró en el marco de
tiempo histórico del mundo para salvar a toda la humanidad. Es por es que su nombre es «Jesús»,
que significa «Salvador».
todo mal: el pecado, la esclavitud al
pecado, la tristeza y la depresión, las artimañas del diablo y del infierno,
que es la separación eterna de Dios.
Deberíamos estar inmensamente agradecidos porque vino entre nosotros—Emmanuel,
«Dios con nosotros».
Él desea volver a nacer, cada día, en toda época y en todo lugar hasta el fin
de los tiempos. ¿Cómo puede Jesús nacer
este día, ahora, y en este mismo instante?
Este será el tema de reflexión y meditación. Las maneras y formas en que nace Jesús son
numerosas, pero para percibir su llegada ¡debemos tener ojos místicos!
verdaderamente nace en el alma de la persona bautizada. Jesús no sólo nace en el alma, sino también
nacen las otras personas de la Santísima Trinidad, el Padre y el Espíritu
Santo. Por eso es que en su conversación
con Nicodemo, Jesús insiste que uno debe nacer dos veces—el primer nacimiento
es físico y el segundo es del agua y del Espíritu Santo y esto es el momento
del bautismo. (Jn.3 – Jesús conversa con Nicodemo).
RECONCILIACIÓN. En el plano espiritual el pecado mortal es la muerte
espiritual, es perder la presencia del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo y
perder amistad con Jesús. ¡Pero hay
buenas noticias! La confesión con una
buena preparación, con sinceros sentimientos de dolor por los pecados y un
sincero deseo de enmendar la vida, causa que Jesús vuelva a nacer en el
alma. Qué consuelo tan maravilloso y
consolador es escuchar las palabras: » Yo te absuelvo de tus pecados en el
nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». A través de la Confesión Sacramental, Jesús
nace una vez más en el fondo del alma.
autosuficiencia a menudo causan tensión y división entre hermanos. Todos los que pertenecemos a la raza humana
somos de la misma familia. Todos somos
descendientes de nuestros primeros padres Adán y Eva; además, al rezar el Padre
Nuestro admitimos que Dios es nuestro Padre y que somos todos hermanos en
Cristo. Cuando hermanos que se han
aislado y distanciado se reconcilian y hacen las paces, Jesús vuelve a nace en
sus corazones. El saludo del Señor
resucitado el día de Pascua fue «Shalom» que significa — ¡la paz sea
con vosotros!
cristiano, tuvo una experiencia que cambió radicalmente su vida. Era una noche de invierno, de un frío amargo
que Martín, un soldado, miró hacia abajo conforme iba montado en su caballo y
vio a un hombre casi desnudo y muerto temblando de frío tendido en el
suelo. Fuertemente conmovido, Martín
sacó su espada, cortó su propia capa en dos y le dio una parte para vestir y
calentar a ese pobre hombre. Esa misma
noche en un sueño, Martín vio a alguien con su manto. Sin embargo en su sueño no era el pobre
hombre a quien le había dado la capa la noche anterior sino era Jesús. Este acto de caridad llevó a Martín a su
conversión al catolicismo, más tarde al sacerdocio, después a obispo, y después
al más generoso de obispos y ahora Santo.
A san Martín de Tours lo honramos cada año el 11 de noviembre. Jesús nació en ese encuentro entre Martín y
el hombre pobre y casi desnudo. Jesús
dijo, «Estaba desnudo y me vestisteis… cuanto hicisteis a uno de estos
hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis…(MT. 25).
5. EN EL SANTO SACRIFICIO DE LA MISA JESÚS NACE. Una de las cuatro Constituciones Dogmáticas de los documentos del Vaticano II, Sacrosanctum Concilium nos recuerda de las varias «presencias» de Jesús, pero en particular «Su Presencia Real». Entonces, ¿cómo es que Jesús está presente y vuelve a nacer en la oración más grande — el Santo Sacrificio de la Misa? Dios está presente en la asamblea que ora porque Jesús dice, «Donde hay dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estoy yo en medio de ellos». Jesús también está presente en el canto. San Agustín dice: «Quien canta bien reza dos veces.» Aún más, Dios nos habla en su palabra cuando se lee la Biblia en la Misa, pero sobre todo cuando se lee el Evangelio.
Cuando se lee el Evangelio, es verdaderamente Jesús mismo quien nos habla. Una de las definiciones clásicas para el sacerdote es «alter christus», que significa, «otro Cristo». Por tal, Dios está presente en el Santo Sacrificio de la Misa a través del ministerio y persona del sacerdote. Aún más y de suma importancia, Jesús está verdaderamente y substancialmente presente en la Misa en el momento de la Consagración cuando el sacerdote toma el pan y el vino y pronuncia las mismas palabras que Jesús pronunció en la Última Cena, «Tomad y comed este es mi Cuerpo, tomad y bebed esta es mi Sangre. Haced esto en memoria mía». Verdaderamente, ¡es Navidad! En ese preciso momento de la doble Consagración, Jesús nace. Se hace presente sacramentalmente y verdaderamente en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. «¡Venid adoremos!».
Por supuesto el seguimiento natural después de la CONSAGRACIÓN es el momento culminante de la SANTA COMUNIÓN. En este momento Jesús verdaderamente nace en el corazón en gracia de los fieles que lo reciben. El corazón se transforma en un «Belén» vivo—la palabra »Belén» significa «Casa de pan». Cantando el canto de la Navidad, «O pequeña casa de Belén» nos damos cuenta que nuestro corazón es esa casa que recibe a Jesús en la Santa Comunión. Jesús el «Pan de Vida» (Jn. 6. El Discurso del Pan Vida) desea nacer en Belén, «La casa de pan» y entrar a nuestros corazones que son «un Belén vivo». «Venid adoremos a Cristo Señor.» Jesús está verdaderamente presente en la Santa Misa pero especialmente en su «Presencia Real», en el más grande de todos los Sacramentos, la Santa Eucaristía, el Pan de Vida.
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